16

Por fin he encontrado un sitio donde permanecer tranquilo. Sólo espero que no me haya visto entrar aquí. Estoy bajo tierra, en una alcantarilla. Johnny tiene una pistola. Yo no tengo nada. Dejé mi navaja con Eva. Tuve que marcharme corriendo.

No hemos dormido ninguno de los dos, lo sé. Noto su aliento en mi nuca, como ella notó el mío anoche. Fue culpa de Johnny, por haber sido el primero. Pero tiene que dormir como yo tengo que hacerlo. El cuerpo humano tiene límites y todavía no hemos llegado al nuestro. Si no me ha visto seguiré moviéndome, seguiré caminando hasta que me caiga rendido.

Ya no tiene que seguir a Eva. Tiene todo el tiempo del mundo.

15 (bis)

- Sólo digo que tiene un poco de sangre entre las piernas. Puede ser la regla.

- ¿Qué pasa? ¿Que también eres médico?

- No hace falta ser médico para saber eso.

- Johnny, no le habrás hecho nada, ¿eh?

- ¿De qué coño vas?

- Vale, vale. Solo estoy preocupado por Eva.

- No la llames así.

- ¿Tienes puta idea de cuál es su nombre?

- No me hace falta saberlo.

- Mira tendríamos que darle algo de ropa. No sé porque tiraste el vestido.

- ¿Vestido? Tú te crees que un vestido de mierda va a...

- Oye, oye. Era un regalo, ¿vale? A las mujeres les gustan esas cosas.

- ¿Pero tú no ves que no es una mujer normal?

- No tenías derecho a tirar nada.

- ¿Para qué lo andabas escondiendo?

- Oye mira, es una cría, ¿vale?

- ¿Una cría?

- Sí, no sabemos ni siquiera si es mayor de edad o no. Vale que está muy… desarrollada, pero eso no la convierte en una mujer.

- Bueno, a lo mejor es su primera menstruación.

- Y dale. ¿No estará herida?

- ¿Herida? ¿Cómo va a estar herida ahí? Llevo semanas con ella y nadie se le ha acercado. Ya lo has visto.

- No sabemos qué pasa por las noches.

- ¿Qué?

- En realidad, no sé porqué coño te has ido tú solo a verla.

- Porque no me fío una mierda de ti.

- Te piensas que Eva es de tu propiedad, ¿verdad? Que solamente tú puedes hablar de ella o con ella.

- Ten cuidado con lo que dices, niñato.

- Mira, me largo.

- Me parece genial.

- Me voy con ella.

- Ni se te ocurra.

- No me toques los cojones, gilipollas.

- ¿Qué haces con eso?

- Te la has follado, ¿no?

- ¿Qué dices? Oye, suelta eso, joder.

- Por eso está sangrando, ¿verdad?

- Joder, pero que tiene la regla, coño.

- Te voy a romper la cabeza con la botella hijo de puta. Y luego te voy a rajar.

-…

- ¿Tanto te jodía que le regalara un vestido y unos zapatos, cabrón? ¿Te crees que soy un puto idiota que no sabe compartir?

- ¿Qué?

- Ahora mismo me voy a buscarla y me la llevo en un coche. Y como me sigas te destripo, cabrón.

- Jordi se te está yendo la puta olla, joder. ¿Qué coño hablas de compartir y mierdas? Joder, es una persona enferma o algo. No habla y va desnuda, coño. Alguien tiene que cuidar que no le pase nada, joder. Qué coño le voy a tocar un pelo, ¿estás gilipollas?

- Maldito cabrón la has reventado y encima…

- ¿Que te calles, coño? Lárgate de aquí de una puta vez o te pego un tiro. ¿Te crees que no tengo huevos? Llévatela cabrón si es lo que quieres.

- ¿Lo ves hijo de puta?

- Como la toques un pelo te rompo la cabeza.

- Yo sí que te voy a romper la cabeza ahora.

He conseguido grabar esto. Lo he transcrito. Le roto una botella en la cabeza, pero tengo otra. Voy a buscarla y de esta noche no pasa.

Jordi


atrás

15

Hemos tenido una fuerte discusión y Johnny ha lanzado mi portátil al contenedor de basura. He estado dos días buscándolo por todos los contenedores por los que recuerdo haber pasado. No nos hemos movido mucho durante el fin de semana, Eva ha aminorado la marcha. Al final me ha dicho donde lo dejó, huele que apesta pero sigue con la batería intacta. Ahora mismo están juntos, me parece. Se ha largado sin mediar palabra aunque percibo que ya no estamos enfadados. Descubrió el vestido. Y los zapatos. Lo que no ha descubierto es la navaja. La tengo para protegernos. Los dos. Eva y yo.

No me gustaría tener que amenazar a Johnny con la navaja. Por supuesto que no le haría ningún daño, es la única persona con la que puedo dirigirme la palabra, aunque a veces se ponga un tanto gilipollas. Por lo menos ya no me inquieta. Lo que sí que me inquieta es estar acostumbrándome a esta situación, a esta especie de nueva era en la que tenemos la mala suerte de estar haciéndonos un hueco. Ya casi no me doy cuenta de que camino por en medio del asfalto, donde antes reinaban los coches. Ya no se me hace raro que cada vez que crucemos un municipio, por grande que sea, no veamos ni una sola alma salir a nuestro encuentro. Creo que temen el ruido de nuestros pasos. Nosotros no tenemos miedo a nada. Los tres, digo. Andamos por el mundo como si fuese nuestro. A lo mejor el mundo es nuestro. A lo mejor Goohoo nos ama.

Cuando regrese Johnny voy a intentar grabar la conversación sin que se dé cuenta para ver si este cacharro funciona al cien por cien. Mientras vuelve voy a intentar conseguir algo de vino, es la única bebida alcohólica que nos puede sentar bien sin hielo. Tengo que intentar sonsacarle de una vez por todas qué coño ha pasado en el mundo por que cada vez tengo más la sensación de que me estoy olvidando de cosas. Antes de ponerme a escribir he estado repasando lo que llevo escrito y no me acordaba ni del gato ni del pinchazo. No sé si me ha pasado de verdad o me lo he inventado todo. Cada vez recuerdo menos de mi supuesta fuga también. Si es que alguien me detuvo.

Esta noche veremos qué consigo hacer con Johnny y con el vino. Espero que no tarde demasiado. No quisiera ponerme nervioso.

Jordi

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14

Johnny me ha puesto deberes estos días: puentear coches y abrirlos sin romper el cristal. Ha dicho que puede serme de gran ayuda conseguir las cosas por mí mismo. Estuvo un par de horas mostrándome cómo se hacía, sé que le vino bien despejarse un poco y recuperar la normalidad. Cuando le conoces y le tratas descubres que no está tan loco, puede dejar de ser apasionado y locuaz. La verdad es que me ha costado un huevo y medio aprender todo lo que se debe saber para poner en marcha un coche, sobre todo porque la mayoría de coches que existen actualmente son demasiado modernos. Necesitaba encontrar vehículos con más de quince años y la verdad es que no es tan fácil como pudiera parecer. He tratado de convencerle para que nos hagamos con una furgoneta donde podamos viajar los tres. También le he comentado que he bautizado a la mujer como Eva. Me ha mirado y no ha dicho nada.

No sé exactamente para qué me necesita o para qué le necesito yo a él. Llevamos días comiendo lo que pillamos de ultramarinos, gasolineras y pakis, así que no es que mi dieta haya evolucionado demasiado desde que le conozco, salvo el fin de semana que pasamos en su casa. Y tampoco sé quién le ha dicho que él manda, creo que tendríamos que tener una conversación un día de estos.

El otro día vi un vestido precioso para Eva. Rompí el escaparate de la tienda y me lo llevé. Estuve pensando en unos zapatos y en un bolso, pero no tengo ni idea de qué cosas podrían gustarle. Me sentó mal pensar que tal vez no sea de llevar vestidos, tal vez prefiera unos tejanos y una sudadera. Primero debería pensar en la ropa interior, más que nada por una cuestión de higiene y de comodidad, pero de momento ya tengo el vestido. La verdad es que no me atrevo a dárselo, no quiero que se piense nada raro. Lo hago por el frío, simplemente por eso. Se lo comentaría a Johnny pero la verdad es que no hablamos mucho, y prefiero no compartir mucho el mérito, por si acaso. Por ahora seguiré practicando lo de hacer puentes, me pareció ver una furgoneta unas callas más para allá.

Jordi

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13

Yo la llamaré Eva. Aunque no sea muy original por lo de la primera mujer de la Tierra. No soy religioso ni nada eso, pero creo que además tiene cara de Eva. Tiene el pelo muy largo y de un castaño claro, seguro que con el sol del verano se le aclara mucho. Aunque estemos todavía a mitad del invierno no da señales de padecer frío. Esta mañana tardó mucho más de lo normal en llegar hasta nuestra posición. Johnny se puso muy nervioso y quiso ir a buscarla, pero le dije que no lo hiciera, que tal vez estuviese dormida. "En ese caso" dijo "tendremos que despertarla". Gracias a dios que tardó pocos minutos en cruzar delante de nosotros al mismo ritmo de siempre.

Johnny ha perdido el don de la palabra últimamente. Llevamos dos días caminando hacia el sur a paso de tortuga. O debería decir a paso de mujer desnuda... Conseguí convencerle de que usáramos el coche para dormir, que ya me encargaría yo de conducirlo y de que no se nos escapase la mujer. Sigo alucinado con lo de Goohoo y la batería del portátil. No le he podido preguntar tampoco sobre este tema, apenas abre la boca para nada. Está como encandilado por ella. Le he comentado que tendríamos que llamarla de algún modo pero se ha puesto furioso y me ha gritado que no entiendo nada y que me limite a estar callado o a escribir mi "mierda de diario".

Llevo dos días muy aburridos a decir verdad. Creo que deberíamos ir a hablar con ella, darle un poco de ropa y de comida y comprobar que se encuentra bien mentalmente. No creo que esté más zumbada que Johnny a pesar de su decisión de ir desnuda por el mundo. Tal vez sea un shock o algo así. Hay gente que después de una catástrofe deja de hablar o pierde la visión sin motivos aparentes. Podría ser, ¿no? La verdad es que de alguna manera necesito una mujer en mi vida. He intentado tener un poco de intimidad desde que la llevo viendo desnuda pero Johnny tampoco me pierde de vista. La verdad es que yo tampoco me fío de él. No sé qué pretende exactamente con ella. Aunque esté feo decirlo somos dos tíos adultos que persiguen a una mujer en bolas y no hemos echo ni un solo comentario guarro sobre ello. No me creo toda esa mierda de la poesía que me soltó hace dos días. Pero tampoco se va a salir con la suya si es que espera quedársela para él solito. Eva es de los dos, que quede claro. Como el coche y la comida.

Jordi

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12

Una mujer completamente desnuda camina en silencio bordeando el mar desde hace días; dice Johnny que él hace semanas que la sigue. Se mantiene en la distancia y procura que no le pase nada y que no le falte de nada. Ahora somos dos. Dice que gracias a esto ya ha dejado de ser escritor, que ahora se ha convertido por fin en un poeta. Tanta mierda de escribir, ha vuelto a decirme. Me ha regalado el portátil porque ya no le va a hacer falta.

Por supuesto, viendo la irascibilidad de Johnny en nuestro primer día juntos me he abstenido de preguntarle qué diferencia existe entre ser escritor y ser poeta, pero ha tardado muy poco en querer ver si yo entendía de veras de qué me estaba hablando. En realidad, no le estaba prestando la atención que merecía un ser tan inestable como él, porque intentaba memorizar el cuerpo de la chica, sus curvas y sus movimientos. Era delgada pero con formas. Y la verdad es que no era un buen momento para que yo mirase a una mujer desnuda mientras un psicótico me interrogaba sobre literatura.

Al final Johny me ha dicho que la poesía era nombrar las cosas por primera vez y que eso no se puede fijar en ningún sitio. Se confirmaban mis sospechas: está como un choto. Después me ha comentado que esa mujer camina como si el mundo se formase un paso antes de que ella lo diera, y que él era poeta porque lo veía. Veía el mundo convocarse a cada instante, a cada pestañeo de la chica desnuda que camina bordeando el mar desde hace días. Semanas, dice Johnny. Aunque el tiempo carezca de sentido.

Así llevamos horas, caminando a su lado. Como somos más rápidos, cuando le sacamos algunas horas de trayecto nos sentamos a comer y a descansar. En mi caso, también a escribir este diario. Me parece que soy feliz y que Johnny está muy loco, pero ella no cesa ni un instante. Seguimos hacia el Sur. Nos vamos.

Jordi



11

Ha salido a dar una vuelta. Puedo hacer lo que quiera, dice. Tengo libros y películas. Puedo darme una ducha o incluso nadar un poco en la piscina. Johnny me ha dicho que tengo que imaginarme el mundo como si fuera un desierto, que de hecho ya lo es, que los desiertos no están solo formados de granos de arena, dunas y alucinaciones. Hemos estado comiendo y bebiendo todo el fin de semana, también durmiendo. Dice que cada hallazgo es un tesoro y que por eso estuvo dos o tres días tratando de entrar en mi casa sin pedir permiso, dice que en cierto modo le pertenezco, aunque supongo que lo dirá en broma. Hemos estado en una casa cerca de la playa. De sus padres, dice. Aunque Johnny tiene el mismo aspecto que Jack Nicholson en El Resplandor se ha mostrado bastante tranquilo estos dos días. Me ha recordado que era fin de semana –concepto que ya carece de sentido, pero que sigue sonando genial- pero que mañana continuaba su búsqueda. Solo espero que esa “búsqueda” no implique movernos de donde estamos, aquí tenemos bastante comida como para estar un mes sin salir de casa.

Tampoco ha querido hablar de las detenciones. Le he insistido bastante por motivos obvios. No debo decirle que no recuerdo las cosas con claridad, a saber qué clase de reacción podría llegar a tener conmigo. Pero en resumidas cuentas me ha soltado que del mismo modo que no recordamos nada de nuestro nacimiento, él tampoco. Sé que miente. Afortunadamente no ha vuelto a soltar lo de que Goohoo nos amas ni gilipolleces así, pero sigo sin encontrarle una explicación lógica a lo que pasó en el coche con su portátil. De hecho, ahora mismo sigo sin comprender como coño estoy escribiendo en el blog, sin contar con que este ordenador no está conectado a la corriente y la batería no da señales de estar agotándose.

Otra cosa que le he preguntado, y que ha resuelto fácilmente, es qué pensaba hacer cuando el coche se quedara sin combustible, si por motivos obvios estaba claro que no íbamos a poder asaltar una gasolinera. Su respuesta ha sido: pillar otro. Por supuesto, he tardado poco en comprender que Johnny no disponía de una flota de vehículos particular, el hijo de puta sabe hacer el puente a los coches, lo cual nos deja una cantidad de tartanas de principios de los noventa hacia atrás como futuro medio de transporte. Mañana me ha dicho que compartirá su búsqueda conmigo, que por mi culpa se ha perdido bastante pero que cree que como muy tarde el martes retomaremos el rumbo. Me temo que a partir de ahora nos vamos a mover a pie y que vamos a dejar todo esto. Mierda.

Jordi

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10

Johnny me ha dicho que eligiera un nombre. Llevábamos ya casi veinte minutos viajando en coche a toda hostia por las autopistas vacías. No había podido dormir una mierda desde que me encontró sentado con dos cuchillos para cortar la carne en cada mano y babeando medio dormido. Hubiera muerto, me dice. Pero no he muerto, dice Johnny. Este no es su nombre real, por supuesto. Dice que antes se llamaba Manuel o Manolo, que le daba igual. Pero dice que ya se lo ha cambiado, desde hace casi un mes que ha decidido llamarse así y que yo soy la primera persona a la que escucha pronunciar su nuevo nombre. Johnny antes era escritor, ahora dice que no es nada, porque hasta anoche no conocía a nadie más después del final de las detenciones. Dice que era escritor, pero quiere que ahora el escritor sea yo, que él ya se ha cansado de tanta mierda. Lo ha dicho así: tanta mierda de escribir.

Johnny conduce a toda hostia, ya lo he dicho. Se ha descojonado de la risa cuando le he explicado lo que pensaba a hacerle. Dice que no se cree una mierda. Dice que si hubiera intentado acuchillarle con dos cucharillas de café se hubiera muerto con la mandíbula desencajada de la risa. Dice que yo soy el escritor ahora, y me ha dado su portátil y que Goohoo nos ama. Luego se ha partido el pecho de la risa. Por supuesto, Johnny está más loco que una puta cabra, pero tiene un coche y comida. Me he hinchado a comer pero el muy pesado no me ha dejado dormir. Me ha dado su portátil y me ha dicho que escriba todo lo que me dé la gana. Le he dicho que estaba escribiendo un blog para buscar a gente y para que la gente me encontrase. Me ha dicho, pues muy bien pequeño. Le he preguntado como coño iba a poder seguir con el blog y buscando a gente si estamos en un coche en mitad de la nada, entre dos puntos cualquiera. El puto Johnny no para de hablar ni un segundo, solo cuando me ve escribiendo en su portátil, por lo que casi me veo en la obligación de mantener la cabeza en la pantalla y escribir como un poseso. Nos hemos alejado de mi calle, del barrio, de las gasolineras y del viejo aquel. Supongo que ahora abrazaría al viejo y le diría qué bueno verte, amigo. Ahora me siento gilipollas después de la semana de mierda que llevo.

Ahora me siento gilipollas al lado de este zumbado que no se entera de una mierda. Él dice que estoy loco, que como puede ser que no me acuerde de nada. Supongo que debería contarle de donde vengo y qué es lo poco que recuerdo que me ha pasado. Pero no sé quien es en realidad este tipo. De momento me ha secuestrado porque yo no me he despertado en mi casa precisamente. La verdad es que ha tenido que darme un buen par de bofetadas porque me he puesto histérico perdido, me ha tenido que dejar unos calzoncillos y unos pantalones nuevos. Pero esto es otro tema.

Goohoo nos ama me ha dicho. Y acto seguido me ha sugerido que abra el programa y busque una página al azar. Le he dicho que si se cree que soy gilipollas o algo, que si se piensa que en mitad de la nada con un coche a toda hostia voy a pillar conexión de algún sitio, pero joder, para qué le he dicho nada. Ha frenado casi en seco y se ha quedado en mitad de la vía. Me ha arrancado el portátil de las manos y lo ha hecho: se ha puesto a leer la primera entrada del blog en voz alta. Y luego otra y otra y otra. Después ha puesto una película porno para que lo creyera de verdad, me ha dejado elegir el tema para que vea que no es un truco. Dice que más adelante me explicará sus teorías sobre lo que pasa, pero que de momento tiene dos y que ambas confluyen en la idea de que Goohoo está vivo y nos ama. También dice que lleva días leyendo lo que escribo y que le gusto. Me ha dicho: J0rdi, me gustas, eres un buen tipo. Gilipollas, pero uno de los buenos.

Apago esto. Hemos parado. Dice que quiere enseñarme algo. Un lugar donde dormir, espero. Pero bueno.

Jordi

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9

Cuando he vuelto a casa de buscar comida en la tercera gasolinera me he encontrado con la puerta reventada, alguien ha destrozado el cierre con un martillo enorme, una maza o algo contundente. Por suerte, estaba preparado. Esta vez nadie iba a perturbar mi búsqueda de alimentos y agua. Antes de salir de casa he cogido todos los cubiertos de la cocina y me los he llevado, cucharillas de café incluidas. La verdad es que no he tenido la sensación en todo el día de que supiera qué hacer exactamente con la cubertería en el caso de sufrir otro ataque, u otro encuentro inesperado. Desafortunadamente, esto no es un pueblo perdido en el corazón verde de los Estados Unidos de América: no guardo una semiautomática o un rifle debajo de la cama. Tampoco tengo un bate de béisbol detrás de la puerta del dormitorio para usar en caso de allanamiento de morada. Ni siquiera puedo asaltar una armería en caso de batalla campal. No obstante soy un tío muy nervioso con muchos cuchillos de cocina guardados y dispuesto a lanzarlos a quien sea. Y tengo un hambre de tres pares de cojones, y sed. Esto pensaba.

Esto pensaba cuando llegué a casa y se me cayeron figuradamente los huevos al suelo al ver la única frontera que separaba la civilización de la barbarie totalmente destrozada. Deseaba encontrar con las manos en la masa a quien quiera que estuviese allí dentro buscándome. ¿Pero qué pasaba si no estuviera dentro? ¿Y si ahora mismo está dentro aguardando el momento oportuno para abalanzarse sobre mí y matarme? ¿Por qué cojones iba a querer matarme nadie? ¿Por qué cojones iba a yo a querer matar a nadie que me encontrara por la calle? Estoy buscando gente a través de Goohoo pero cualquier evidencia de vida humana a mi alrededor la convierto en un motivo para estar alerta. ¿Es esta paranoia fruto del pinchazo? Ya no tengo el escozor en ninguno de los dos, pero lo mantengo dentro de mí. El escozor se ha sumergido en mi cuerpo y sé que puede volver cuando menos lo desee. Sé que no hay nadie en casa, por eso me he sentado delante del ordenador, aún con la puerta por colocar. Está todo intacto. Ahora voy a girarme y esperar, con todos los cuchillos en las manos, a qué venga quien tenga que venir. Si antes no me vence el sueño. O me maten. Hasta mañana, espero.

Jordi

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8

Me llamo Jordi Vives, no tengo novia. Ni mujer, ni amante o amiga con derecho a roce. No echo de menos ni me pregunto dónde se encuentra o cómo puedo ir a salvar a una mujer en concreto. Mi madre murió meses antes de que yo terminara la universidad. Es decir, no hecho de menos el calor de ningún cuerpo femenino en particular aunque al mismo tiempo, antes de La detención, ya lo añoraba desde hacía semanas, de un modo abastracto. En pocas palabras: tengo una explicación lógica para mis contínuas erecciones, sin embargo, para todo lo demás no tengo nada. La única certeza que tengo ahora mismo es mi propio cuerpo. Él y sus dolores.

El pinchazo del brazo se ha irritado todavía más, tal vez a causa del vacío que se ha instalado en mi estómago. Quizás el pinchazo es el causante de mis erecciones o de mi hambre atroz. Hecho de menos, sin embargo, a un hombre. Tal vez esto sea lo más raro que me ha pasado hoy. Llevo una semana de mierda, ya solo queda que mi vida se convierta en una película de zombies invisibles eternamente. Puedo decir que me he aburrido mucho y por eso me he acordado de mi mejor amigo, de como no éramos amigos antes de serlo, y de como controlaba él siempre los momentos delicados. Creo que me acuerdo de él para no verme tan pringado, para pensar que él se estaría riendo o ya habría solucionado la mayoría de mierdas que tengo encima. Supongo que se lo llevaron. Ayer mientras corría espantado vi su coche aparcado cerca de su casa. A lo mejor mañana llamo a su puerta como siempre y él me abre. Me ofrece una cerveza y quemamos juntos todas las neuronas de la tierra jugando a la consola. El gato ha vuelto, con un ratón en la boca, le colgaba la cola por entre los dientes. Al ver mi cara de asco se ha largado a la otra punta del piso, a lo mejor era un regalo.

Luís, si lees esto, me debes una birra.

Jordi

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7

He vuelto a las gasolineras otra vez, por el medio de la calle. He cogido las dos mochilas que tenía por casa y dos maletas más que tenemos encima de los armarios. Quería llenarlas hasta rebosar para no tener que dar más de un viaje. He pensado que no estaba la cosa como para hacer mucho ruido. No han aporreado mi puerta en toda la noche, como si se hubieran cansado de hacerlo o me estuvieran vigilando. Esperando a que saliese o a que entrase. Pillarme in fraganti. O como si nadie nunca hubiera aporreado nada. Sin embargo, no me cogerán desprevenido. No obstante, ninguna sospecha se igualaba a lo que ha sucedido en la segunda gasolinera esta mañana, una que se encuentra al final de una cuesta, cerca de una colonia de edificios agrupados.

Todavía no me siento con ganas de poder explicar bien lo que ha pasado, llevo llorando unas cuantas horas como si fuera un perro. Sin lágrimas. Tenía ya una mochila a rebosar, la de la espalda; la del pecho estaba todavía a la mitad. Las dos maletas intactas. He entrado silbando, cuando he visto que uno de los expositores estaba completamente vacío con todos los productos por el suelo. Cuando observaba con detenimiento el desperfecto, una sombra llamó mi atención y volví los ojos hacia donde estaba. El sonido de cuatro pasos nerviosos dejaba ante mi la presencia de un hombre de unos senseta años, medio calvo y medio barbudo, demasiado delgado y con el color gris clavado en su cuerpo. Nos hemos mirado a las pupilas en silencio, durante mil millones de años. De repente y sin saber muy bien porque, he soltado las maletas y me he largado corriendo de allí a toda hostia, al tiempo que lanzaba a la mierda las dos mochilas con comida y agua. No he parado de correr hasta que casi me desmayo por la falta de oxígeno en los músculos. Hoy no he comido ni he bebido nada en todo el día, las fuentes están secas. El gato ha desparecido cuando he llegado a casa.

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6

Soy Jordi de nuevo. Por fin me he atrevido a salir. Han aporreado mi puerta. Llevo más de un día y medio escondido en mi habitación donde he creado un fortín con tres colchones y un cuchillo de carnicero que teníamos en la cocina. Hemos comido embutido, el gato y yo, todo el que tenía. No tenemos agua. Mi paladar está seco como su lengua de lija. Ojalá hubiera robado algo de vino o de licor, para pasar el miedo por lo menos. ¿He dicho robado? Podría rectificar, pero qué importa. Mañana dejaré dinero encima de los mostradores, todo el dinero del mundo. Cuando amanezca tendré que volver a buscar comida y algo para beber. Intentaré probar en las fuentes de los parques también. Necesito ducharme aunque sea con este frío. Llevo semanas sin frotarme con una esponja cuajada de gel.

Hoy me he masturbado. Estaba medio aturdido por el hambre y el sueño. Supongo que ha sido un acto reflejo. ¿Cómo es posible que entre tanta mierda seguida se me ponga dura? Ni siquiera he caído en usar Goohoo para otra cosa que no sea escribir y buscar. Y lo bueno es que no tengo ni puta idea de la cantidad de búsquedas complejas que podría realizar con Goohoo si me pusiera a ello. ¿Habrán borrado el porno? Se habrán eliminado millones de páginas web con datos que me ayudarían a reconstruir, por lo menos, donde coño estuve hace tres semanas y media. ¿Por qué lo habrán vuelto a activar? ¿Y la electricidad?

Voy a seguir buscando un rato más. Luego intentaré dormir y mantener la calma. Hace horas que mi puerta está tranquila. Quedan unas seis horas hasta que amanezca. El gato está tranquilo, jugando.

Jordi

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5

Mascotas. ¿Cuánto puede aguantar una mascota encerrada en un piso y sin comida? No eran puertas ni ventanas. Ayer por la noche no podía dormir. Escuchaba gruñidos y golpes. Salí a pasear por cada una de las plantas de mi bloque. Puse mi oído en cada una de las puertas. Solo tres o cuatro pisos tenían ese ruido selvático. No recuerdo qué clase de animales vivían allí con sus dueños. La mayoría perros. Perros pequeños. Y aquella gata que encontré muerta. Dicen que los animales son los primeros en detectar una catástrofe. Un cambio fuerte. Un cataclismo. Se ponen rabiosos e inestables. Agraden a sus amos. Se pasan el día aullando.

No lo recuerdo. No recuerdo que los animales que ví semanas y días antes de las detenciones se pusieran nerviosos. No ví que nada cambiara de forma radical hasta llegado el momento. Hoy he soñado algo. Pero no era yo el protagonista, o si lo era tan sólo me limitaba a mirar los acontecimientos desde el sofá, como si estuviera viéndolos por la tele. Grandes estrellas del cine, la música y el deporte aparecían sonrientes y en filas de a dos. Personas que poco o nada habían tenido en común marchaban juntas con las manos esposadas. Se estaban entregando voluntarios. Ante las cámaras. Ya no sé si es un recuerdo o un sueño. O es que me estoy empezando a volver loco.

Acaba de sonar una puerta cerrándose, joder. Ahora sí que lo he oído con claridad. Tengo que apagar esto y esconderme. La dieta de patatas rancias y agua ha causado estragos en mi estómago. Me siento débil. Necesito un arma.

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4

Me llamo Jordi Vives. El coche arrancaba. Estaba lleno de polvo seco. Solo tiene un cuarto de depósito. No me arriesgué a moverlo hasta encontrar una gasolinera con combustible. Durante unos segundos pensé en el dinero. Otra cosa que ha muerto. No hay rastro de la gente ni de su dinero. No ingreso dinero en mi cuenta desde hace dos meses. Nadie lo hace. He ido caminando a las tres gasolineras más cercanas a mi coche. Las tres estaban abiertas. Las tres tenían todo intacto. Ni un saqueo en todo el barrio. No sé cómo funciona una gasolinera. Activar la manguera y esas cosas. He intentado hacerlo en las tres pero me faltaba una llave o una tarjeta o un código. Me he llevado comida. No había caído en la comida y el agua de la que disponía hasta esta mañana. Tal vez pueda alimentar al gato. Me he quedado uno al final. Uno al azar. Nunca se sabe.

Hace más frío que nunca. Debe de ser un efecto extraño provocado por la soledad que se respira. He caminado justo por la mitad de las calles, me he sentido el Sheriff de todo esto. He cogido seis bolsas de patatas fritas a punto de caducar. El pan y los bollos estaban demasiado duros. También embutidos embasados al vacío. Más tarde regresaré con una mochila para cargar botellas de agua. No hay corriente en mi casa. Solo electricidad.

Recuerdo los paisajes del retorno. Vine por autopista. Nunca había pisado la autopista con mis propios pies. El paisaje lento de campos y montañas dividido por el sendero de asfalto. Solo me recuerdo andando, no sabría volver. Me dejaron correr todo lo que quise, me dejaron dar vueltas hasta encontrar el camino de regreso con el brazo derecho hinchado. Me sentía una hormiga en un laberinto, incapaz de conocer lo perdido que estaba. Hasta llegar a casa.

Anoche oí golpes en mi edificio. Puertas y ventanas. El viento, supuse. Luego iré a echar un vistazo a ver qué pasa.

Jordi

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3

Me llamo Jordi y tengo 29 años. Era publicista. Comparto piso con dos amigos en un bloque del barrio donde hemos vivido toda la vida. No sé dónde están ahora. No sé dónde está nadie. Me sigue escociendo el pinchazo del brazo. Hace tanto que siento este maldito escozor que podría parecer que he nacido con él. Me pincharon, me parece. Les iban pinchando a todos, pero necesitaban más de una inyección para seguir adelante con esto, creo.

Por lo que recuerdo, la cosas comenzaron a ponerse feas en octubre o en noviembre de hace dos años, en 2008. En África. Pero la verdad es que no esperábamos que nos fuera a pasar lo mismo a los de más arriba. Nunca llegaron noticias realmente claras. No había ninguna guerra ni nada por el estilo. Quiero decir, no pasaba nada que fuera realmente trascendente en el resto del mundo. Supongo que por eso, las primeras detenciones ni siquiera fueron noticia en sus países de origen. El mundo se dió cuenta de lo realmente jodidos que estaban allí en África, cuando unos reporteros consiguieron enviar imágenes de las calles de El Cairo totalmente desiertas. Trece millones de habitantes detenidos. Uno a uno. O en redadas realizadas en hospitales, mezquitas y escuelas. Supongo que empezaron por África porque siempre hay mucho ruido allí. Tanto que no se diferencian los silencios de los gritos. Y fueron silenciosos, aunque al poco tiempo nos hicieron chillar a todos. Ahora mi calle tiene el mismo sonido que si fuera de noche e hiciera frío, a veces corre el viento. Los coches aparcados se van llenando de polvo y de barro por las lluvias.

En Goohoo no he encontrado nada más allá de diciembre, ayer fui demasiado pesimista. Debería buscar las llaves de mi coche y comprobar si funciona. No hay ningún motivo por el cuál no debiera funcionar, pero lo mismo que de la noche a la mañana nos quedamos en la puta Edad de Piedra, se podría haber descargado la batería o evaporado el gasoil en el depósito.

He recogido a los cachorros del gato que vi muerto ayer, resultó que era una gata. Podría haber aprovechado la leche. Son siete gatitos. No podía dejarlos allí pero me acabo de dar cuenta de que tampoco puedo cogerles cariño. Mañana volveré a dejarlos donde estaban. Quizás me quede uno, no sé cuando volveré a encontrar comida.

Sigo buscando por Goohoo a más personas libres. No sé si soy el único imbécil que ha pensado en usar esto para dar señales de vida, probablamente el resto de gente invierta su energía en buscar comida y en permanecer escondidos por si vuelven. Que haya regresado la electricidad me hace pensar que volverán. Que están viniendo.

Mientras tanto yo sigo buscando.

Jordi

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2

Mi nombre es Jordi y he dormido casi 24 horas. Lo necesitaba después del viaje y del hambre. He visto al gato del segundo muerto antes de entrar en mi bloque. Lo he mirado varias veces antes de pasar al vestíbulo. Todavía no estoy tan desesperado como para eso. Antes era publicista. Goohoo es lo que único que se mantiene activo en Internet, casi diría que Internet ya no existe, que ahora es todo Goohoo. Y que Goohoo es lo único que me está permitiendo escribir estas palabras. Publicarlas y esperar a que pase algo.

Por algún extraño motivo lo que antes no funcionaba en absoluto ahora ha vuelto. Me refiero a la electricidad. Eso tendría que alegrarme. Es una señal de vida fuera de este desierto de edificios y calles vacías. Pero hace tiempo que desconfío de todo lo que no puedo ver con mis propios ojos. Las pesadillas se han adueñado de las pocas horas de sueño de que disfruté durante el regreso, sin embargo, ahora no recuerdo nada de lo que he soñado durante el día entero en el que he estado durmiendo. Siento que se han borrado incluso recuerdos de las últimas semanas. Tengo que escribir todo lo que pueda antes de que se oculte para siempre en mi memoria. Antes de que todo vuelva en forma de enfermedad.

Tiene que haber alguien como yo en este mismo instante. Alguien con acceso a un ordenador. Alguien que esté escribiendo otro diario. Tengo que empezar a buscar pero tengo el presentimiento de que no encontraré nada posterior a octubre del año pasado. Todo lo que tenga una fecha cercana a la actual será una buena noticia. Como espero que este diario lo sea para el que lo encuentre.

Jordi

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Puede que nadie vaya a leer nunca estas palabras, pero si hay alguien al otro lado de la pantalla, alguien libre todavía, quiero que sepa que no está solo. O que no está sola. Sigo con vida. No me han detenido todavía.

Hace unas horas que logré llegar a mi ciudad después de tres semanas de viaje a pie. No conseguí ver a nadie por la calle, lo cual no significa que la zona esté deshabitada, espero. He conseguido llegar a casa y por suerte no han cortado la electricidad. Puede que en muchos otros todavía existan estos lujos. Si todavía puedo acceder a Internet, aunque haya dejado de funcionar activamente, todavía tengo derecho a mantener la esperanza de que hay más personas libres como yo.

Han cancelado todas las cuentas de correo electrónico y todos los teléfonos móviles carecen de cobertura. Solo las cosas que funcionan con cables o con frecuencias cortas son útiles. Y esto, supongo. Pero me pregunto porque funciona esto precisamente, si ya no queda casi nadie fuera. No importa, a quien sea que pueda ver esto: ¡ÁNIMOS! ¡RESISTE! ¡NO ESTÁS SOLO!
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